30 septiembre, 2014

Los Niños Criados Con Apego Se Vuelven Dependientes

Este post es para mí como una pequeña palmadita en la espalda, para decirme "vamos bien, seguí". 


Antes que naciera mi hija pensaba como piensan la mayoría de las personas que todavía no tuvieron hijos, mi única guía eran las pequeñas conversaciones que tenía en la calle, con amig@s y conocid@s, mientras hacía mi vida. Me guiaba, para mi futura maternidad, de los prejuicios anti-mala-crianza, que hablaban de no malcriar al niño, pero sin profundizar en los conceptos: ¿qué es malcriar? 


Luego nació Vicolina y mi instinto habló, silenciando los fantasmas de esos prejuicios. Me hice defensora del apego, el colecho, la crianza respetuosa y más. Lo que mi instinto no pudo silenciar fue los comentarios de esas personas que pensaban diferente. Y entonces intentaba neutralizarlos usando referencias como "Pero Carlos González dice... Laura Gutman dice... John Bowlby dice..." y así hasta el infinito, reforzando mi modo de criarla con la doctrina de algún especialista que lo apoye. 

Pero, al final del día, lo único que sentía era un pánico terrible. Sí, yo seguía mi instinto; sí, pensaba que estaba haciendo lo mejor que podía hacer, que estaba tomando la mejor decisión, pero... ¿y si estaba mal? ¿Y si el resultado era contrario a lo que yo pretendía? ¿Y si los niños criados con apego se volvían malcriados... agresivos...  dependientes...  incapaces de socializar y hacer amigos... de hacer algo sin la presencia de su madre ... de aceptar otros brazos que no sean los míos? ¿Si permitirle dormir conmigo, en mi cama, hacía que nunca más quiera dormir sola? 

Algún día conocería los resultados, pero ese día sería, seguramente, demasiado tarde para cambiar el rumbo de las cosas si es que el resultado no era el esperado. Y lo más doloroso es que el experimento estaba siendo realizado sobre nada menos que mi bebé. 

Por supuesto seguí, independientemente de tener que librar batallas eternas contra las opiniones, incluso de pediatras y de otras personas con mucha (o no tanta) experiencia, pero diferentes puntos de vista. Seguí porque lo sentía así, porque me parecía correcto desde el amor y desde el respeto que mi hija merecía como ser humano, intentando darle el cobijo, la contención y todo lo que ella necesitara para crecer sana y feliz, valorando su sonrisa y su bienestar diario, intentando desterrar las lágrimas innecesarias, creyendo en sus malestares, despreciando la idea de que los niños manipulan... 

Pero mientras tanto, lo único que tenía para comprobar lo correcto de mi decisión era un bebé... un bebé que seguía llorando, demandando, necesitando upa, cuerpo, teta, brazos, dormir juntas, un bebé que no quería brazos de nadie más que de su mamá, que lloraba cada vez que mamá salía a través de la puerta para ir, aunque sea a la cocina, que solo dormía si mamá estaba con ella, que no jugaba con otros niños... un bebé. 

Solo que esa bebé empezó a crecer: aprendió a caminar, a comer sola, a jugar sola, a dormir en horarios sin necesitar que mamá quedara a su lado, a dibujar (algo así como dibujar), a leer (o hacer la mímica de leer), a arrastrar su carrito de compras por toda la casa... y una lista interminable de cosas que ella hace sola. 

Y este fin de semana pasado aprendió ¡a hacer amigos! Ella suele cobijarse en mí cuando ve por primera vez a alguien, y sobre todo cuando son varias las personas que ella no conoce. Pero esta vez fue diferente. Estábamos todos sentados sobre el césped, tomando mate, mientras los hijos de una pareja amiga corrían de un lugar a otro. La nena tiene tres y el nene, cinco. En lugar de cobijarse, Vicolina salió al encuentro de ambos, se comunicaron en un lenguaje propio, compartieron juguetes y cereales, se abrazaron y se sentaron a comer juntos. 

Más tarde ese día fuimos a cenar los tres solos: Vicolina, su papá y yo. Ella comió sola, sentada en su sillita alta. Después de comer comenzó a aburrirse, así que pidió bajar, y se dirigió con total seguridad a otra mesa del restaurante, en donde había varias nenas que le hacían muecas y sonrisas. Y todavía me sorprendo al recordar cómo fue directamente hacia una de ellas y le dio un gran abrazo. 

Este post es para mí, porque aunque defendí siempre las mil teorías de la crianza con apego, siempre sufrí el temor de no estar haciendo lo correcto, el temor de toda madre, creo yo. Pero aquí estamos, a los 17 meses... despegando... desapegando... con respeto y sin forzamientos. 

¿Estás de acuerdo con la crianza con apego? ¿La practicas? ¿Sentiste en algún momento temor de no estar haciendo lo correcto en el modo de criar a tus hijos?

28 septiembre, 2014

Cosas que cambian cuando tienes un bebé: EL SUEÑO

Siempre deseé ser madre, tener un hijo era algo que ansiaba con todo mi corazón, pero sinceramente, no tenía IDEA de lo que me esperaba, de los cambios que se producirían y de todo lo que iba a suceder. 


Recuerdo como si fuera ayer una frase que me dijo mi amiga, días antes del nacimiento de Vicolina: "¡Mona! ¡tu vida está a punto de cambiar!"... y yo me quedé pensando y preguntándome: "¿ah sí? ¿qué tanto cambiará, che?". Me puse un poquito nerviosa, no lo niego, pero después pensé que no debía ser para tanto, que mi bebé iba a ser un bebé bueno y que yo iba a poder seguir haciendo mi vida normalmente, un bebé bueno que iba a dormir todo el día, solo se iba a despertar para comer, que me iba a dejar dormir toda la noche, que no iba a llorar, que iba a ser solamente un saquito de amor para que yo abrace y bese (pero poquito, para no malcriarlo). 


Bueno, en realidad no pensé tanto así... simplemente lo tenía asumido tácitamente. Jamás pensé en todas las responsabilidades y exigencias que venían con el bebé... habré creído que era un juguete, un muñeco de plástico, ¡un bebote dormilón como esos que tenía para jugar a la mamá cuando era chica!

En fin, el día llegó y por fin mis preguntas encontraron sus respuestas. Una de las cosas que sufrió un profundo cambio fue el sueño en mi vida. Siempre fui una persona de buen dormir. Incluso recuerdo un cuadrito que tenía en mi habitación con el dibujo de una nena durmiendo y la frase "No es que yo duerma mucho, es que lo hago despacito". No hay frase que describa mejor mi modo de dormir. Cuando yo duermo, puede volar el techo de la casa, explotar la manzana completa, pasar un tren por el costado de mi cama y yo... ni enterada. 

Por supuesto cuando quedé embarazada me pregunté cómo iba a hacer para despertarme por la noche, SI el bebé LLEGARA A LLORAR (sí, creía que el hecho de que llore durante la noche, o de que yo tuviese que despertarme era simplemente una posibilidad eventual. Me avergüenza mi ignorancia, pero no soy buena mintiendo). Pero pensé que mi esposo, tan responsable como es, se encargaría de despertarme SI FUERA NECESARIO, porque él suele tener un sueño más liviano que el mío. 

Pero basta de relatos, aquí les cuento algunos cambios: 

1.- En el embarazo: 

Durante los primeros tres meses:

Si antes dormía como un oso en invierno, lo que hacía en el primer trimestre de embarazo no se llama dormir... simplemente me desmayaba, perdía el conocimiento, se me apagaba totalmente el televisor. Me dormía alrededor de las 10 de la noche (incluso en Cancún, en plena luna de miel), me borraba del planeta, al menos, hasta las 11 de la mañana. Me levantaba con un hambre voraz, pero bastante descompuesta por las nauseas, así que tomaba algún desayuno que mi estómago toleraba, a la hora y media almorzaba, y empezaba a bostezar otra vez... ¡hora de la siesta! Dos horas y media después me levantaba con hambre otra vez. Y durante la tarde seguro algún otro sueñito hacía. 

En el último trimestre: 

Aquí sí que sufrí una grave desnaturalización: ¡insomnio! La ansiedad por la espera de la llegada de mi bebé me estaba matando, igual que el peso y el cansancio, ¡pero no podía dormir! Lo peor era que no podía dormir, pero tampoco podía hacer demasiado. Mi cuerpo estaba triplicado en tamaño, me dolían las piernas, me cansaba por subir una escalera, no podía respirar, transpiraba como una loca... ¡uff! 

Pero cuando me acostaba con la expectativa de dormir profundamente me costaba conciliar el sueño, me distraía sintiendo sus movimientos dentro de la panza (casi siempre se movía mucho más cuando yo me acostaba), no encontraba posición, me costaba respirar, debía usar varios almohadones para dar sostén a mi cuerpo. Luego, en algún punto de la noche, me quedaba dormida, pero no pasaba demasiado hasta que me daban unas ganas terribles de hacer pis y tenía que despertarme, y esto pasaba tres o cuatro veces por noche.  

Me acuerdo que muchas personas me decían "dormí todo lo que puedas, porque cuando nazca el bebé se va a complicar"... "¡claro!" pensaba yo "cómo si fuera tan fácil". El cambio había comenzado. 

2.- Con la llegada del bebé: 

La primera noche:

Cuando nació la gordita el cambio fue rotundo e instantáneo. Ya desde la primera noche dormir fue imposible: ella lloraba (habrá extrañado el confort de la panza), debía amamantarla o darle fórmula cada dos horas y media o tres, había muchos cambios de pañal... Para la noche posterior a una cirugía en la que todo lo que una siente es dolor y cansancio e imposibilidad de moverse, fue duro. 

La primer semana: 

"¿Para qué me voy a acostar, si ya me tengo que levantar?" pensaba yo. Las noches eran más exigidas que los días. Había muchos pañales sucios, mucha teta... sobre todo porque todavía no habíamos logrado establecer la lactancia y las tomas eran muy prolongadas y con poca tiempo de distancia entre una y otra. Además ella quedaba con hambre, así que hacía apoyo con leche de fórmula, por lo tanto a la aventura nocturna le debía sumar viajes a la cocina para preparar la mamadera y, luego, para lavarla. Quizás no parezca, pero estas actividades pueden robarse gran parte del sueño durante la noche. Mi verdadero descanso comenzaba alrededor de las 7 de la mañana, cuando por fin me dormía profundamente. De la siguiente toma se encargaba el papá, que la levantaba, le preparaba una mamadera y la cuidaba hasta alrededor de las 11, que yo recién me levantaba. 

El primer mes: 

"Friends" y "Two and a half men", más alguna revista sobre maternidad, o una Cosmo, o cualquier cosa que me acompañe durante la noche. Había mucha lactancia, con tomas de aproximadamente 45 minutos cada una. Sabía que podía amamantar acostada y de costado, pero si lo hacía probablemente me iba a quedar dormida y tenía miedo de apretarla con mi cuerpo, así que cada vez que amamantaba, me sentaba en la cama y veía tele o leía, para evitar dormirme. 

Todo este tiempo dormimos con la lámpara encendida, porque pasaba tantas horas despierta que ni siquiera valía la pena apagarla. 

Hasta los tres meses: 

Logramos establecer la lactancia y desterramos la leche de fórmula, logrando la lactancia exclusiva. Se incrementó la producción de leche, y ella aprendió a succionar con fuerza, extrayendo mucha cantidad en menos tiempo, por lo que las tomas se acortaron. Las grietas en los pezones se habían cicatrizado y ya no quedaban vestigios de los dolores del amamantamiento. Aprendí a disfrutar increíblemente de la lactancia y ese momento de gran intimidad que compartíamos. La miraba y no podía creer. Guardo muchas fotos y vídeos que sacaba durante la noche, mientras ella se alimentaba, medio dormida. 

Ella se dormía tarde, alrededor de las 2 o 3 de la mañana, pero luego dormía (mos) profundamente, interrumpiendo el sueño solo con la lactancia. Generalmente era yo quien la despertaba (para lo cual programaba el celular con alarma cada tres horas). Antes de despertarla cambiaba el pañal (casi siempre era necesario cambiarlo) y luego le daba teta. 


Hasta los seis meses: 

Ella siguió durmiendo tarde, pero igual de profundo que antes. En vez de programar la alarma cada tres horas, comencé a espaciar una toma por un lapso de cinco horas, logrando ambas dormir cinco horas de corrido. Cambiaba pañal, amamantaba y dormíamos las siguientes tres horas. 

Hasta el año: 

Habiendo comenzado con la alimentación complementaria, sobre todo cuando incorporamos la cena, podía pasar más tiempo sin comer durante la noche, por lo que los períodos se alargaron a 6 o 7 horas de sueño. Además ella tenía tanta actividad durante el día (juegos, gateos, gorjeos) que se cansaba bastante y se dormía más temprano. 

Igualmente mi sueño nunca volvió a ser de corrido, mucho menos el primer año de su vida. Pensaba en la muerte súbita, en la posibilidad de que se tape la cara con una manta y no pueda respirar, en las bajadas de azúcar y otros fantasmas, y eso me hacía levantar como resorte varias veces durante toda la noche. Algunas veces aprovechaba que me había despertado y la amamantaba, otras me limitaba a controlar que esté todo bien, a taparla, a ubicarla mejor y seguía durmiendo. 

Actualmente: 

Actualmente Vicolina tiene 17 meses y prácticamente ha dejado atrás todos los desajustes del sueño. Alrededor de las 10,30 u once de la noche empieza a mostrar signos de intolerancia a todo lo que la rodea, y esa es precisamente la alarma para ir a dormir. A esa hora la llevo a su cuna, hacemos la última sesión de lactancia del día y se queda profundamente dormida. Su sueño es continuo y profundo, salvo rarísimas excepciones, hasta las 7 de la mañana, más o menos. A esa hora se pasa a nuestra cama (la cuna está pegada a la cama, sin divisiones que separen una de otra), nos abraza, nos despierta, pide teta y vuelve a dormir hasta las 9 y media, hora en la que finalmente se levanta. 

En lo que a mí respecta, sigo despertando en algún momento de la noche, sobre todo para controlar que esté bien tapada, porque tiene la costumbre de moverse demasiado en dormida y quedar destapada, pero nada más que eso. 

Dicen que una vez que somos mamás, no volvemos a dormir bien nunca más, pero después de tantas idas y vueltas, hoy siento que duermo muy bien... ¿debería sentirme culpable?

¿En que etapa del sueño estás?

25 septiembre, 2014

Colecho: Decisión u Obligación?

Mi Opinión Anterior: La "Anti-Colecho"

Antes de ser mamá, debo ser sincera, nunca había escuchado hablar sobre el colecho. Sí había escuchado de padres que hacían dormir a sus hijos con ellos, pero no sabía que se lo llamaba colecho ni que existía alguna explicación favorable a esa práctica, simplemente la veía como una práctica de "malcriamiento". 

En mi opinión de "no-madre", el niño debía dormir correctamente en su catre, moisés o cuna, sí, en la habitación de los padres, pero solo por el tiempo estrictamente necesario, y no pasar, por ninguna circunstancia, a la cama de los padres. Debía dormir en horarios firmes y rigurosos, no despertarse durante la noche, no llorar y permitir que sus padres continuaran haciendo su vida normalmente (léase "normalmente" en el sentido de "como si el niño no existiera"). Además el bebé no debía, de ningún modo, atentar contra la vida íntima de la pareja, que debía permanecer inmutable, florecida y en su máximo esplendor. 

Durante el Embarazo: Por su Bien

Aun cuando vivía enamorada de mi panzota y esperando ansiosa ese momento mágico en el que mi hijo llegaría al mundo, seguía firme en mi postura de no colechar. En esta instancia no lo hacía ya por egoísmo, ni por considerar que mi vida debía continuar como si mi bebé no existiera, sino que ahora mantenía mi postura anti-colecho "por su bien". Creía que llevarlo a dormir conmigo me haría malcriarlo, mal acostumbrarlo, volverlo dependiente, que sería un niño con problemas de conducta en el futuro y cosas similares. 

Cuando Por Fin Llegó: No Colecho

Los primeros días no pensé demasiado en el colecho, ni en el no-colecho. Estaba tan dolorida por la cesárea y tenía tantas secuelas de mi "no-mamá individualista", que solo podía pensar "¿cómo es posible que estando en plena recuperación de una cirugía, dolorida, cansada y sin dormir, sea yo quien deba atender a otro ser humano?... ¿¡¿no sería lo lógico que alguien me atienda a mí?!?

Con el correr de los días me fui acostumbrando a mis nuevas responsabilidades, rutinas y horarios, adaptándome a la nueva forma de vida que implicaba la llegada de mi bebé, me fui enamorando más y más de ella y, de a poquito, fuimos conociéndonos. 

Desde el principio intenté que ella durmiera sola en su catre, ubicado junto a mi cama. Las primeras semanas transcurrieron sin problemas en ese sentido: ella dormía muchas horas por día y no necesitaba mi presencia a su lado para dormirse. Solo se despertaba para alimentarse. 

Pero luego sus rutinas se dieron vuelta, ¡aparentemente confundió el día con la noche o algo por el estilo! porque empezó a dormir mucho durante el día y a llorar y estar despierta durante casi toda la noche. Así que en esa época yo hice lo mismo que ella. Esa es uno de los motivos por los que las madres no debemos trabajar al menos un tiempo luego que nace nuestro bebé! Para poder desvelarnos sin pensar que el día siguiente se convertiría en un infierno por nuestro desvelo. 

Sinceramente, nunca me pregunté si las cosas hubiesen sido diferentes si la llevaba a dormir en mi cama. Me limitaba a hacerla dormir en upa, luego la acostaba en su catre, y en menos de una hora ella estaba despierta otra vez. Quizás el colecho hubiese sido una solución... no puedo saberlo. 

Segundo Mes: Lactancia Exclusiva y Colecho

En el segundo mes de vida de mi hija descubrimos que tenía reflujo y que la fórmula le hacía mal. En esa época ella tenía una alimentación mixta, pero al descubrir lo que pasaba, decidí desterrar la fórmula y continuar con la lactancia exclusiva. Fueron días muy exigidos, porque tuve que ponerla a lactar en forma casi permanente, hasta que mis pechos fueron capaces de producir leche en la cantidad que ella necesitaba. Las noches también transcurrían con largas horas de lactancia, así que ese fue un motivo por el cual comencé a pasarla a mi cama, para que pudiera disponer de mis pechos a libre demanda

Lo que sucedió fue mágico. Se acabaron los llantos nocturnos. Tenía la fuente de alimento a su disposición, así que muchas veces ni siquiera llegaba a despertarse del todo, simplemente comenzaba a quejarse bajito, yo me despertaba y la amamantaba, y ella continuaba durmiendo. 

Tercer Mes: Colecho Parcial

Con el correr del tiempo comencé a producir la cantidad suficiente de leche, así que una toma le alcanzaba sin problemas para dormir profundamente durante las siguientes tres o cuatro horas, durante la noche. En estos tiempos solía hacerla dormir conmigo, en la cama, tomando teta, y cuando su sueño se hacía profundo, la pasaba a dormir en su catre, a mi lado. Muchas veces dormía tan profundo que ni siquiera despertaba y era yo la que debía despertarla para la próxima toma. 

Siestas: Colecho Sí o Sí

Las siestas siempre fueron tema aparte. Si bien ella aprendió a dormir bien durante la noche, en las siestas se resistía a quedarse sola. La hacía dormir conmigo en la cama, pero una vez dormida, intentaba pasarla a su catre y era ahí cuando se despertaba. O, en el mejor de los casos, permanecía dormida, pero por no más de media hora. Si, en cambio, yo quedaba a su lado durante su siesta, llegaba a dormir períodos de dos horas completas. Me resistí bastante a permanecer recostada a su lado, debo decir. Esperaba su siesta con ansias para poder dedicarme a otras actividades de la casa. Pero un día decidí resignarme: me acueste o no con ella, al tiempo no lo tenía, porque si no me acostaba, ella tampoco dormía, y pasaba algo peor: al no dormir bien, estaba de mal humor el resto del día y lloraba mucho más. 

Con el tiempo la resignación se convirtió en un disfrute. Me di cuenta que me encantaba compartir las siestas con ella, sobre todo por lo especial que era verla dormir y verla despertar sonriéndome. Esa carita de felicidad al verme me daba toda la satisfacción. A veces dormía yo también con ella, y otras, me quedaba recostada a su lado leyendo. 

Actualmente: 

En el día de hoy practicamos un colecho de cuna integrada. Tenemos la cuna alineada con nuestra cama, sin divisiones entre una y otra. Por las noches, alrededor de las 22,30, sus ojitos ya empiezan a cerrarse del sueño, así que la llevo a la cuna, hace la última toma del día y se duerme profundamente hasta la mañana. 

Por la siesta, luego de almorzar, pasa exactamente lo mismo. Y desde hace unos meses ya no me necesita para dormir su siesta, así que generalmente cuento con ese par de horas para hacer otras tareas. 

No hay llantos, nunca hubo desde que descubrí la importancia del colecho. Tampoco se acentuó la dependencia hacia mí, por el contrario, ella empezó a sentirse cada vez más segura para dormir sola. Por supuesto no está lista para pasar a otra habitación, ni tampoco lo pretendo. Después de todo, ya llegará el momento en el que sea ella la que no quiera dormir más con nosotros, ni tenernos cerca. Y probablemente cuando llegue ese momento, todo esto que pasamos nos resulte poco, en comparación con el resto de vida que nos queda, y probablemente lo extrañemos. 

Tienes una historia de colecho? Te invito a compartirla. 

24 septiembre, 2014

22 septiembre, 2014

#FotoFinde 11/ Dos Años Después


Este fin de semana que pasó fuimos a pasear a un lugar muy bonito de Córdoba, que queda cerca de donde vivimos. El paisaje era hermoso, el clima, la tranquilidad. 

Pero estas fotos son mentirosas, quieres saber por qué? Hacé clic AQUÍ

19 septiembre, 2014

Sensaciones Mágicas...

Todavía recuerdo el día que volví a creer en la magia. Ya la vida parecía haberme mostrado su "detrás de escena" y ya nada me sorprendía, nada me asombraba. Hasta que llegó ese día en el que todo cambió de una vez y para siempre... 

Clic para seguir leyendo... 

Maternidad Consciente en Wikiduca!


Qué lindo es que hablen de lo que una con tanto amor hace! y sobre todo, que hablen bien. 

Hoy Sara Santoyo me dedicó un espacio en Wikiduca, refiriéndose con hermosas palabras al trabajo que diariamente intento hacer en Maternidad Consciente. 

No es mucho lo que tengo para agregar, salvo palabras de agradecimiento hacia ella. 

A continuación los invito a leer la nota AQUÍ. 

Abrazos! 


17 septiembre, 2014

El Amor Después del Amor

Cuentos Para No Dormir

"No todas las historias de amor son siempre de amor, 
a veces tienen algo de dolor, algo de olvido y de rencor, 
a veces son puestas en pausa... 
pero siempre pueden renacer" 

Estaban ambos en su adolescencia plena... dieciséis, diecisiete años. Se conocieron como suelen conocerse los protagonistas de las películas románticas: de una forma en que el contexto desaparece, el mundo se esfuma y solo quedan sus miradas. Hubo amor y entrega desde el principio, promesas de amor eterno, sueños de una vida juntos y un caminar continuo hasta el final. 

Se casaron, siendo aun casi niños. Él quería tener tantos hijos como para llenar un colectivo. Ella soñaba con ser esposa y madre. Ella trabajó para que él pudiese terminar de estudiar. Luego, él trabajó para que ella pudiese construir las bases. 

Miércoles Mudo: Conocí a Alguien


16 septiembre, 2014

La Otra Mujer

Cuentos Para No Dormir

" Los finales felices no existen. 
Los finales felices son solo el comienzo de la historia. "

Ese día él despertó con la necesidad de hablar con ella, de decirle lo que le pasaba. Intentó hacerlo durante el desayuno, así que se sentó a la mesa con la taza de café que ella le había preparado y esperó que ella también lo hiciera. Pero la vio pasar apurada, corriendo de un lado a otro de la casa, llevando la ropa planchada para que los niños se vistieran y fueran a la escuela, terminando de verificar que los útiles estén todos en las respectivas mochilas, preparando las viandas... 

- ¿No desayunas? - Preguntó él. 

15 septiembre, 2014

#FotoFinde 10/ Pensando


12 septiembre, 2014

La Mujer Fea Que se Volvió Hermosa

Cuentos Para No Dormir


Había una vez una niña muy fea... era fea y se sentía fea, porque sus cabellos no eran dorados como los de las princesas, porque se sentía incómoda con los vestidos y prefería andar descalza que usar zapatos que le impedían correr carreras, trepar árboles y jugar en la arena. Un día la niña se cansó de ser fea, y comenzó a usar vestidos y zapatos, a dejar de correr y trepar y jugar en la arena. En vez, le pidió a mamá que le comprara las muñecas de las publicidades, altas y esbeltas, y empezó a jugar a vestirlas combinando colores, peinarlas con sus accesorios y sufrir porque no era, como ellas, tan alta y esbelta. 

11 septiembre, 2014

Trasnoche

Querido Quien Seas: 

Aquí estoy, en el silencio de la casa. Me pregunto en qué momento mi bebé dejó de ser una bebé, en qué momento empecé a tener este tiempo libre, en qué momento estableció sus rutinas, sus horarios... en qué momento dejamos de ser una sola, una misma. 

10 septiembre, 2014

Miércoles Mudo 9/ Te acuerdas?


Miércoles Mudo 1 - Agradecer


Hola a todos! Soy Mónica, ya nos conocemos de Maternidad Consciente. Bienvenidos a mi nuevo blog. 

Conocí una Madrastra...


- Y este nene, ¿quién es?

Ella quedó pensando, intentando encontrar una respuesta rápida para esa pregunta. Las palabras se golpeaban en su mente, las frases, las emociones, los sentimientos, los recuerdos. 

Mi bebé de 16 Meses y su Pequeño Diccionario

A este post lo hago como un intento desesperado de guardar en mi memoria esas palabritas tiernas que invaden mis oídos día a día. Es que últimamente Victoria anda experimentando nuevos sonidos con su voz y siento la inminencia de un "crecimiento lingüístico". Sigo anonadada por su nuevo caminar, sigo sorprendida e intentando adaptarme a no ver más un bebé inmóvil o apenas desplazándose a gatas. Así que antes de volver a sorprenderme y sentirme petrificada por los cambios, hago mi listado, de modo que siempre pueda recordar este momento, esta etapa, estas sensaciones.

Mi Pequeño Diccionario de 16 Meses

  • Papá: (que fue también su primer palabra en Enero, a los nueve meses. Antes de eso solo hacía sonidos, pero ninguna palabra). 1.- papá; 2.- mamá; 3.- hermano 4.- perrito que pasa; 5.- nene que saluda; 6.- abuela, abuelo; 7.- tía, tío. 
  • Mamá: mamá. 
  • Aya: gracias. 
  • Sh: sí. 
  • Am: dame. 
  • Amá: tomá. 
  • Ahí tá: ahí está. 
  • Abua: agua. 
  • Aguau: perro. 
  • Qué: qué. 
  • Aca: (?)
  • Aaaaaaacccca: (??????)
  • Caca: 1.- caca; 2.- papá; 3.- mamá; 4.- hermano; 5.- perrito que pasa; 6.- nene que saluda; 7.- abuela, abuelo; 8.- tía, tío. 
  • Vaca: vaca (?). En realidad espero que signifique otra cosa, porque lo suele decir refiriéndose a mí =( jaja. 
  • Eye: ése. 
  • Eche: leche. 
  • Poqué: por qué (?). No sé, sinceramente si esta palabrita suya será una verdadera pregunta, pero cuando la usa, tiendo a contestarle como si significara lo que parece significar. 
  • Ouuhhhh jojojo: mirá mamá, juguetes! (casi siempre lo dice frente a una vidriera colorida y va acompañado por el "dedo señalador" jaja). 
  • Cá - Cá: Chás - chás. (Un día papá le dijo "portáte bien, sino papá hace chás - chás", y ella empezó a decir "Cá - Cá", acompañando con un gesto con la manito). 
  • Quéeeeeeeee: choque los cinco! (va acompañado por los golpes de mano con mamá o papá).
  • Ouhhhhh: expresa emoción y sorpresa. 
Cuántas palabras tiene el diccionario de tu bebé? cuáles son sus palabras preferidas? cuáles son las que más te sorprendieron? 

Bienvenido a Mi Vida (Reencuentro con mi Sombra)

Querido Quien Seas: 

Bienvenido a mi vida. Lo digo así, como si no te conociera. En realidad, más que una bienvenida, es un reencuentro. Nos conocimos hace tantos años que ahora me resulta difícil recordar el comienzo, la primera vez, el por qué de nuestra primera conversación. 

Significaste mucho en aquél momento. Épocas de crecimiento, confusión, dudas, reflexiones, pensamientos, cuestionamientos internos y a todo lo que me rodeaba, rebeldía. Al escribirlo, automáticamente pienso en mi adolescencia. Sin embargo puedo aplicarlo todo a mi "hoy adulto". ¡Fue hace tanto tiempo! y, sin embargo, todo sigue vigente. El torbellino interior. 

Fuiste mi hoja en blanco, mi lápiz, mi almohada, mis murmullos, mis frenos, mis estímulos... mi ¿conciencia?

En algún momento pensé que te había superado, que ya no te necesitaba, que era ya una mujer adulta, que lo sabía todo, que ya no dudaba, que estaba lista para la vida para la que tanto me había preparado. Sin embargo aquí estoy, hablando otra vez con vos, abriendo nuevamente los brazos para dejarte entrar. 

Te extrañé. Soñé con vos muchas veces. Nunca dejé de preguntarme por qué te había excluido de mi vida. Quizás era demasiado feliz y te dejé de lado. Quizás creí que no era bueno cuestionar la felicidad, ni analizarla demasiado, que si lo hacía corría riesgo de perderla. O quizás, por el contrario, tenía demasiados conflictos y ni siquiera tenía idea de cómo empezar a plantearlos. Encontrarte siempre me trae todo a la superficie y a veces es demasiado. Las sombras a veces asustan. La conciencia a veces lastima. 

Sea como sea, siempre te necesité. Hoy más que nunca. 

Bienvenido. 

08 septiembre, 2014

#FotoFinde 6/ Empanadas de cebolla caramelizada en masa con semillas de lino y sésamo (Recetas Vegetarianas)


Escribo rápido y poquito porque estamos por salir de viaje. Les dejo estas empanadas en masa con semillas de lino y sésamo y rellenas con cebolla caramelizada y queso. La otra variedad tiene roquefort y nueces. Riquísimas! 

03 septiembre, 2014

Miércoles Mudo 8/ Comiendo fideos


01 septiembre, 2014

Foto Finde #5/ Bodas de Algodón


Esta foto representa un fin de semana... pero que pasó hace muchos fines de semana, dos años atrás, cuando decidimos unir nuestras vidas y dejar de ser dos, para ser uno más grande: un matrimonio, una pareja, una familia. 

Quizás en ese momento, al embarcarnos en esta aventura, poco sabíamos de lo que estábamos haciendo, de lo que nos estábamos prometiendo, de a qué nos estábamos enfrentando. Llegamos al matrimonio enamorados, enceguecidos, embobados, convencidos de nuestros deseos de abrazarnos, besarnos y dormir juntos. Amor y deseo, ternura y pasión, amistad, compañerismo... 

Fuimos bendecidos desde el primer momento con el milagro de la vida y desde el primer momento, día tras día, nos dedicamos a agradecer esa bondad de Dios: nuestro deseo, nuestra ambición más alta se estaba haciendo realidad. 

Pero las cosas no siempre son fáciles, los cambios alteran, a veces hasta duelen. Dejar de ser dos para ser tres, cuatro... es una transición llena de altos y bajos. Ni el amor, ni la pareja, ni el matrimonio, ni la familia se compran hechos, conseguirlos lleva tiempo, esfuerzo, dedicación, amor, paciencia y trabajo. Los primeros tiempos conllevan muchas dudas, temores, aprendizajes, ensimismamientos, aparentes indiferencias, cuestionamientos... internos y mutuos. 

De repente dejamos de ser dos jóvenes enamorados para convertirnos en intentos de adultos a cargo de un hogar y de una familia. Y comprendimos lo que ser familia significa. 

A tu lado aprendí y aprendo cada día, intento ser mejor cada día, madurar, crecer, compartir, ceder. 

Porque sos el abrazo después de una pelea, porque juntos aprendimos que no siempre ganar es lo mejor, ni tener la razón, que no siempre bajar la cabeza es carecer de orgullo, ni mantenerse firme en una idea es sinónimo de tener carácter. 

Hoy quiero celebrar estas Bodas de Algodón confirmándote que te elijo otra vez, que te elijo cada día: por los viajes impulsivos de 450 kilómetros que hacíamos para vernos, por las horas y horas de conversaciones telefónicas, por haber decidido vivir juntos con tan solo cinco meses de noviazgo a distancia, porque nuestra relación fue siempre y desde el comienzo una relación de fe. 

Hoy contamos con una ventaja: nuestros ojos están libres de vendas, nuestros ojos nos muestran cómo realmente somos. Volver a elegirte hoy es elegirte tal cual sos. 

Pasamos una etapa. Con vos quiero pasarlas todas. Con vos quiero llegar a viejos y mirarnos a los ojos y saber que dimos todo, que amamos todo, que entregamos todo, que no nos guardamos nada, que aprendimos, nos equivocamos y nos perdonamos, que luchamos juntos, que caímos y nos levantamos juntos. Quiero sentarme con vos en la punta de la mesa y verla llena de nuestros hijos y nuestros nietos, y gozar juntos de la satisfacción de haberlo logrado. 

Te amo mi compañero de viaje. 
Gracias por tu voto de fe. Gracias por elegirme. 


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